La historia de Rojda, afiliada al Unia, y su hija ha desatado una gran indignación. Primeramente, el periódico sindical Work informó sobre la misma. Después, Campax lanzó la petición “¡Rojda y su hija deben quedarse!”. La entrega de la petición se hará el 3 de abril en la Cancillería de Estado de Soleura.
Se trata de la historia de Rojda y su hija. Esta mujer de 38 años procede de una región kurda pobre de Turquía. Creció con cinco hermanos. La obligaron a casarse a los 13 años. A los 20 años ya era madre de dos hijos, pero no puede soportar más el matrimonio forzado. Pide el divorcio sabiendo que quizá nunca pueda volver a ver a sus hijos. Rojda conoce a un nuevo hombre, un activista político perseguido por el Estado, que tras ser condenado a prisión, logra escapar a Suiza, donde le conceden asilo político. Rojda se encuentra entre la espada y la pared. Finalmente, en 2012, sigue a su prometido a Suiza. “Fue muy duro”, dice hoy, “aquí no conocía a nadie, no entendía una palabra y estaba separada de mis seres queridos”. Pero Rojda volvió a casarse y dio a luz a su hija en Soleura. Entonces fue cuando comenzó el desastre.
Tras los insultos y las agresiones verbales, su marido también maltrata físicamente, cada vez con más frecuencia y de manera brutal, a la joven madre. Rojda sufre durante 4 años hasta llegar a una situación límite. Por suerte, ella y su hija logran escapar a un centro para mujeres. Allí, por fin, puede respirar tranquila e informarse sobre sus derechos. Ella y su hija reciben apoyo psicológico. Rojda se divorcia, busca trabajo, lo encuentra en un snack-bar y en una tienda de limpieza, y pasa pronto a trabajar un total del 70%. Además, asiste a diario a un curso de alemán y cuida de su hija. También organiza con su ex-marido los horarios de visita de su hija. Hasta el día de hoy, la hija mantiene una estrecha relación con su padre.
Poco después vence el plazo para la renovación anual del permiso de residencia (B). Antes, la solicitud de renovación siempre se revisaba y aprobaba rápidamente, pero esta vez el proceso durará cinco años. La decisión es negativa para Rojda y su hija. Ambas deben ser expulsadas de Suiza. El motivo aducido para la expulsión de la madre es que recibía ayuda social, lo cual supone la extinción del derecho a la prórroga del permiso. No se tiene en cuenta el hecho de que Rojda solo ha podido integrarse tras tener que refugiarse en un centro de mujeres. Tampoco que tras la separación hiciese un curso intensivo de alemán y empezase a trabajar al 70%. Aunque la hija nació aquí, tiene permiso de residencia permanente (C), va al colegio y tiene sus amistades y aficiones aquí, se entiende que es razonable esperar que abandone Suiza con su madre. Las autoridades también ignoraron razones personales como las consecuencias de la violencia doméstica, lo cual debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar la integración. Dijeron que «solo» constaba el acto de violencia que sufrió poco antes de que huyera a la casa de acogida para mujeres. Sus otras «descripciones» son «muy vagas y generales». Aunque su matrimonio «no fuera fácil», no es constitutivo de un caso de extrema gravedad. Como Rojda no había denunciado varias veces a su marido violento y no se podían documentar actos de violencia de manera prolongada, no se está ante un caso de extrema gravedad. Esto es lo que argumenta la oficina de migración.
Rojda y su abogado presentaron un recurso ante el Tribunal Federal con grandes esperanzas. Sin embargo, tres jueces (dos del "Partido de los Verdes" y uno de "El Centro") rechazaron el recurso. El más alto tribunal suizo sentenció que la percepción de ayuda social sería un obstáculo per se para seguir residiendo en el país. Ello, aunque Rojda no tiene la culpa de recibir ayuda social. Por un lado, como madre soltera, le resulta difícil trabajar a tiempo completo y, por otro, trabaja en el sector de la restauración con un salario bajo. Además, el Tribunal Federal considera que la ley de ayuda social prevalece sobre los derechos del niño. La hija, menor de edad, se ve obligada a abandonar Suiza con su madre. Aunque Suiza ha firmado la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, las autoridades y los tribunales suizos han ignorado su situación, no han evaluado los intereses superiores de la menor y, mucho menos, los han incluido en su sentencia. Ello, a pesar de que estaban obligados a hacerlo. La expulsión a Turquía supondría el desarraigo de la niña de su país de origen. Sería arrancada de su entorno escolar y separada de todas sus amigas y amigos. El contacto con su padre tampoco sería posible. Como refugiado de Turquía, nunca podría visitarla. Además, Turquía no es un lugar seguro para Rojda y su hija. Cuando su ex marido se enteró de la inminente expulsión, comenzaron de nuevo las amenazas. No existe un entorno seguro y acogedor para la traumatizada hija.
Por ello, se pide a la Oficina de Migración de Soleura que conceda a Rojda y a su hija el derecho de residencia para que puedan permanecer en Suiza. Asimismo, se exige que el Convenio de Estambul se aplique también a Rojda y a su hija y que se cumpla con las obligaciones establecidas en la Convención sobre los Derechos del Niño. El Convenio de Estambul obliga a Suiza a proteger a las mujeres afectadas por la violencia. La separación de su pareja violenta no debe suponer la pérdida de su derecho de residencia en Suiza. Esto también se aplica si las víctimas están en una situación de pobreza, como en el caso de Rojda y su hija. Tampoco es culpa de Rojda recibir ayuda social.
¡Impedir la expulsión!
El movimento ciudadano suizo Campax ha lanzado una petición para impedir la expulsión de Rojda Aslans. En tan solo un mes se han logrado recoger más de 10500 firmas. La entrega de la petición se hará el jueves 3 de abril, a las 10:15 horas, en la "Staatskanzlei" de Soleura. ¡Participe en la entrega de firmas! ¡Cuantas más personas lo hagan, más se oirá nuestra voz!
Petición en alemán Petition
Petición en francés Petition