El termómetro alcanza estos días los 33 grados y más en varias regiones. Para los trabajadores de la construcción, que realizan un trabajo duro bajo…
“Los salarios no tienen por qué ser necesariamente suficientes para vivir”, afirmó recientemente el presidente de la patronal. Según él, para sobrevivir ya está la ayuda social. La indignación ante esta declaración está más que justificada, aunque no es algo nuevo. Repetidamente, representantes de los empleadores sostienen esta postura cínica y, al mismo tiempo, son precisamente ellos quienes alimentan la estigmatización de las personas que dependen de la ayuda social. Son sus representantes políticos quienes aprueban leyes que penalizan a las personas sin pasaporte suizo que recurren a esta ayuda. Las personas migrantes en situación económica vulnerable corren el riesgo, no solo de ser etiquetadas como “no integradas”, sino de sufrir un empeoramiento de su estatuto de residencia o incluso de ser expulsadas del país. Esta actitud no solo es hipócrita, sino también profundamente insolidaria.
Este debate pone de manifiesto una realidad clara: la pobreza no es un fracaso individual, sino un problema estructural. En gran parte, ello es consecuencia de una economía que se sustenta en salarios bajos y condiciones laborales precarias. Estos salarios afectan especialmente a mujeres, migrantes y personas empleadas en sectores como la hostelería-restauración, la limpieza o el comercio: personas que trabajan duro, día tras día, en empleos mal remunerados e inestables, y que, a pesar de ello, apenas logran sostener a sus familias, o bien, tienen dificultades para participar plenamente en la vida social. Los sindicatos llevan décadas luchando por salarios justos y por la instauración de salarios mínimos que garanticen una vida digna. En algunos cantones, a pesar de la feroz oposición de partidos conservadores y asociaciones patronales, se ha logrado fijar salarios mínimos cantonales. Sin embargo, ahora una moción ya aprobada por el Consejo Nacional amenaza con revertir estos logros: una propuesta de ley que debilita los salarios mínimos y aumenta la presión sobre los ingresos de quienes trabajan. Si el Consejo des Estados también la aprueba, muchas personas se verán directamente afectadas. ¡No podemos permitir que esto ocurra! ¡Hay que luchar unidos frente a este retroceso! Porque la dignidad también comienza en el salario.
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