La nueva oleada de despidos anunciada el pasado 18 de junio por el Migros lo confirma: El Migros pretende dar la imagen de ser una empresa social, sin embargo los hechos demuestran que lo único que le interesan son los beneficios. En lugar de malgastar millones en consultoras de asesoramiento de empresas como McKinsey, debería invertir más en su personal.
El Migros afirma ser un empleador solidario, pero la realidad es muy distinta: el mayor empleador privado de Suiza está mostrando ahora su verdadera cara. Las oleadas de despidos que se producen casi mensualmente dan una impresión de caos. Están creando una gran inseguridad entre el personal y provocando un aumento del estrés y de la carga de trabajo para el personal restante. El Migros ha llegado incluso a tener que recurrir a algunas de las personas despedidas. ¡Esto es completamente absurdo! La oleada de despidos anunciada a mediados de junio confirma también que el Migros no ofrece a las personas afectadas apoyo suficiente en la búsqueda de un nuevo empleo. Esto contradice la promesa del Migros de evitar los despidos siempre que sea posible.
Las trabajadoras y trabajadores del Migros afiliados al Unia exigen que el Migros evite los despidos y que, en caso necesario, ofrezca a las personas afectadas puestos de trabajo adecuados dentro del grupo. Además, exigen que se respete el derecho de participación del personal y su derecho a la libre afiliación sindical. "El Migros debe aceptar que, atendiendo a la libertad de asociación, sus empleadas y empleados se organicen sindicalmente en el sindicato que quieran". Las trabajadoras y trabajadores del Migros afiliados al Unia denuncian que la dirección del Migros hace oídos sordos y que la situación empeora de día en día. El ambiente es miserable. Esto es indigno de la mayor empresa de Suiza, ya que, donde no hay diálogo social y la dirección ignora las preocupaciones y los derechos del personal, son las empleadas y empleados quienes se quedan en la cuneta.