Durante casi 50 años, Portugal estuvo gobernado por la dictadura represiva del Primer Ministro António Salazar. El 25 de abril de 1974 el movimiento revolucionario y sectores progresistas del ejército lograron derrocar la dictadura. La Revolución de los Claveles desencadenó varios procesos democráticos en Portugal y en algunas partes de África.
El Unia organizó un acto para celebrar el 50 aniversario de la Revolución de los Claveles. Hilmi Gashi habló con Marília Mendes, Secretaria de Migración, sobre la importancia de la Revolución de los Claveles.
¿Qué significado tuvo la Revolución de los Claveles para las y los portugueses?
La Revolución de los Claveles significó el fin de la dictadura fascista: el fin de las persecuciones y detenciones por motivos políticos, el fin de la censura de revistas, libros, música, la posibilidad de poder expresar la propia opinión sin miedo a la represión, elecciones libres. A las mujeres no solo se les permitió votar, sino también viajar, abrir una cuenta bancaria o trabajar sin tener que contar con el permiso de sus maridos.
Así pues, plena libertad política...
La Revolución de los Claveles también permitió la modernización social del país: se invirtió mucho en educación para combatir el analfabetismo y ofrecer una buena educación a todas las personas. Se instauró un sistema de sanidad público que sigue proporcionando asistencia médica, casi gratuita, a toda la población. Se introdujo el salario mínimo, la protección frente al despido, así como, un sistema de seguridad social. Esto proporcionó a las personas empleadas no solo protección durante su vida laboral, sino también una pensión de vejez y subsidios de desempleo. Eran los albores de una sociedad socialmente más justa y liberal que atendía, en cierta medida, las necesidades de la población del país.
Tú tenías entonces 13 años. ¿Qué recuerdos tienes de aquel día?
Yo vivía en Zimbabue (Rodesia), un país del apartheid donde la sociedad estaba organizada según una jerarquía racista. La revolución era un tema de conversación en nuestra familia, pero no me di cuenta de su verdadera importancia hasta más tarde. Fui a Portugal en 1976. Allí, a diferencia de Zimbabue, no había apartheid.
¿A qué te refieres?
En Portugal experimenté como las personas, independientemente del color de su piel, podían estar juntas en la misma aula de la escuela, en el mismo autobús, en el mismo supermercado. Así que volver a Portugal con 15 años fue una lección importante sobre la importancia de la libertad. Aprendí hasta qué punto una ideología racista dominante moldea el pensamiento de la gente, de modo que casi nadie cuestiona el orden establecido y que hace falta mucho valor para luchar contra él. Ese es el significado de la libertad para mí: mis propios valores, mi forma de pensar, lo que hago, no están determinados por una ideología dominante, sino que soy yo quien los desarrolla y quien libremente decide.
¿Qué significado tiene hoy la Revolución de los Claveles?
Que sigue siendo la fecha más importante de la historia reciente de Portugal lo demuestra el hecho de que este año, en el 50 aniversario de la Revolución, cerca de un millón de personas hayan salido a la calle. Ello, en agradecimiento a las y los valientes que hicieron la revolución. Pero también para lanzar una importante señal contra el olvido. Porque la gente olvida rápido y también hay gente en Portugal que idealiza la época anterior a la Revolución. Al hacerlo, olvidan o no se dan cuenta de que las dictaduras nunca son buenas, ni para la población en general, ni para las trabajadoras y trabajadores.
Portugal también tenía colonias en África y Asia. ¿Qué impacto tuvo en ellas la Revolución de los Claveles?
Para estos países, la Revolución significó el final de las guerras de liberación e independencia, la oportunidad de configurar su propio Estado de forma independiente. Fue una tarea ingente para estos países, muy pobres en aquella época, porque las infraestructuras eran muy deficientes. Por ejemplo, apenas había personal médico, no había universidades, los niveles de analfabetismo eran muy altos... Hubo que construir muchas cosas casi desde cero. Es difícil imaginar el enorme esfuerzo que supuso. Por citar solo un ejemplo: Para luchar contra el analfabetismo, las clases se impartían, a menudo, a distancia, por radio. Esto permitía llegar a mucha más gente porque de otro modo faltaban infraestructuras. Lograr la autodeterminación en estas condiciones es muy difícil y todavía hoy se sufren las consecuencias.
Pasemos a la situación actual en Portugal y Europa. Antes de la fiesta, pudimos escuchar el testimonio de personas que vivieron esa época y que manifestaron su preocupación por el avance actual de la extrema derecha en Portugal. El partido de ultraderecha Chega es popular y ha logrado muchos votos de personas portuguesas que viven en el extranjero. ¿Por qué es esto así y, puede una cultura del recuerdo, como la de la Revolución de los Claveles, hacer a la gente más crítica con las tendencias absolutistas, conservadoras y autoritarias?
El partido de extrema derecha portugués ha logrado un importante avance y ha aumentado su porcentaje de escaños parlamentarios del 5% al 18%. Y ello, gracias, en buena parte, a los votos de Suiza, donde recibió el 33% de los votos. Esto significa que muchas personas portuguesas que viven en Suiza han votado a un partido xenófobo que está en contra de las personas migrantes. Sin duda, mucha gente ha olvidado y quitado importancia a la época de la dictadura. Recordarlo puede ayudar a tomar conciencia de lo que fue realmente. Por tanto, debemos reforzar la cultura del recuerdo, es un punto de referencia para el futuro. Pero, evidentemente, no basta con recordar, pues, de lo contrario, en muchos países con un pasado dictatorial no saldrían elegidas estas fuerzas.
¿Qué pueden hacer entonces las fuerzas progresistas?
En mi opinión, tenemos que estar cerca de la gente, especialmente de las trabajadoras y trabajadores, e ir allí donde se reúnen. Escucharles, hablar con ellos y hacerles ver que la derecha y la extrema derecha no ofrecen soluciones para las trabajadoras y trabajadores y para las personas más vulnerables, sino que solo quieren desmantelar nuestros derechos. Tenemos que ser capaces de demostrar que los sindicatos y otras fuerzas progresistas son los que realmente defienden los derechos de todas y todos. Esto significa centrarse menos en la extrema derecha y más en lo que hacemos, en lo que nos diferencia. También es importante intensificar la comunicación y hacer llegar nuestros mensajes a través de las redes sociales. En esto los partidos de ultraderecha están muy bien organizados. En cuanto a nosotros, está claro que tenemos que hacer un importante esfuerzo para mejorar en este sentido.